Daniel, hoy me he levantado sin ganas de ti, después de tanto tiempo me parecía algo inconcebible, un milagro destinado a otros infelices. Deje de mirar el móvil por las mañanas esperando tu llamada, deje de asomarme al balcón a fumarme los cigarros y mirar sin descanso al portal o de buscar en el buzón esperando mi posdata te quiero (aunque el marido de Holly estaba muerto, a ti más te vale no estarlo), aunque sé que la única que escribe cartas soy yo y que ni tan siquiera tengo la esperanza de que las leas. Yo sin ti, parece el nuevo título del poema de mi vida.
Sin embargo y
pese a lo acontecido esta mañana no pienses que la situación ha mejorado, ahora
fumo dentro de casa y espero que suene la alarma de incendios y que por alguna
casualidad del destino, por algún acto de serendipia, así sin buscarte
aparezcas a salvarme. Que estúpida. Lo sé, no hace falta que me lo digas, “escribes
para sufrir Ana”, y tu vives para que yo escriba, Daniel.
No sé ni como más
decírtelo, lo he buscado en todos los idiomas pero ya el único que me queda es
el de los sentimientos: vuelve por favor. Vuelve, vuelve porque si no tendré
que irme yo y me sentiré tan cobarde por abandonar Madrid y volver a casa que
no sé si podré perdonármelo, vuelve porque la imaginación ya ha superado los límites
de lo inesperado y ha captado a la realidad en sus redes venenosas y ahora me
imagino mil lugares, mil planetas donde podrías estar, tan lejos que ya no te
siento. Desde la melancolía te imagino en mil sitios mejores que este, desde el
rencor espero que estés tan perdido como yo.
No sabes lo que
me cuesta levantarme, arrugar la cara, abrir los ojos y que no estés tú, pese a
que la cama este revuelta por ambos lados, se ve que aun sigo realizando mis
expediciones nocturnas a tú lado de la cama, la diferencia es que antes te
encontraba, ahora tan solo me quedo dormida en horizontal abrazando tu almohada
que ya casi apenas huele a ti.
Daniel, yo sin ti
me pierdo en un mundo de sabanas frías , cafés cargados, colillas de cigarrillo
en el fregadero, leche caducada en la nevera y sueños destrozados debajo de la
cama, como monstruos, esperando el momento de debilidad preciso para morderme
en el orgullo.
Daniel, yo sin ti
no puedo más, yo sin ti no puede ser el titulo de esta poesía, la comedia no se
puede haber convertido en drama, Romeo y Julieta siempre nos pareció que estaba
sobrevalorado. Yo prometo no morir por ti, pero a cambio te pido que no
conviertas mi vida en un melodrama.
Ana.